miércoles, 3 de marzo de 2010

El Narco En México

Mensaje para el Pueblo:

NO SE PREOCUPEN, NO SEAN PARANOICOS ESTO PRONTO SE VA ACABAR. ESTO UN REACOMODO. PRONTO SE VAN ACABAR LAS EXTORCIONES, SECUESTROS, DERECHO DE PISO. HABRÁ PAS SIN Z SE VIVIRA SIN MIEDO.

Pueblo, no nos tenga miedo, Nuestra gente esta completamente identificada.
Por eso decidimos rotular las trokas. Traen la leyenda de “C.D.G.” y “XXX M3 ”
XXX M3 = X CGD, X Gente del Chapito, X La Familia Mich., M3= M.P. al Servicio.

Están Rotuladas para que el ejército no nos cofunda y no confundirnos. ya que habido rencillas. en diferentes puntos.

Las trokas que no estén rotuladas o con una Z . son guarros o setillas. Nomás no se atraviese si ve balaceras, déjenos trabajar para erradicar esta basura.

La prensa esta callada por parte del acuerdo., le damos los aplausos al Grupo Reforma por este espacio no hay de otra. es la única forma.

Gente todo este pedo es por la nueva alianza entre el Chapo, CDG y la Familia. La gota que derramo el agua fue la presión de la sociedad por la muerte de los chavitos de la fiesta de Juárez y tantas otras chingaderas.

El protegido del gob. El chapito en conjunto con la nueva alianza se levantaron en armas para ching.. a los Z por que estos últimos han desvirtuado el negocio del trasiego de la droga. Con sus Levantones, Cobro de piso. etc. Últimamente con sus pendejadas, valiéndole madre la libertad y tranquilidad del pueblo mexicano.

El Chapito, CDG y la familia, en este acuerdo se va a respetar las plazas, no se van a cobrar mas cuotas, van a estar prohibido los secuestros entre otras ching.

Todo esto es por la alianza, en este acuerdo el Gob. Fed. Se comprometió a dar retirada al EJM (Ejercito Mexicano) en menos de 3 años. Siempre y cuando existan las condiciones y este controlado este pedo. Para así dar paso libre al negocio. sin violencia. ya que esto nos a pegado a todos. en cualquier forma.

Gente de Reynosa: NO Manden a sus hijos a la escuela. eviten salir, si no es importante. hasta nuevo aviso, ya saben lo que esta pasando en las calles.

Gente de Monterrey: Sigan sus vidas normalmente, pero estén al pendiente de cualquier situación no entren en paranoia.

Si la gente les quita la troka déjesela no exponga su vida de cualquier forma la recupera.

Gente quiten los vidrios polarizados, no se pasen, no ande quemando llanta por que se confunde.

Papas verifiquen a sus chiquillos. Jr. Cuiden que no se crean narcos. por que se confunde con la gente y le dan piso.

El Gob. y la prensa no están hablando o están virando las atenciones. esto esta acordado.
Estamos en “guerra” pronto pasara.

Si eres Z correle porque hay viene el monstruo.
Para los Guarros los granadazos son para que se alineen con la nueva.
Guera Barbie después sigues tu.

“Gente no se preocupe si esta “alineado” no hay pedo, pero si no Correle.”
Y Zetillas como ustedes dicen pónganse bien pilas por que la compañía ya valió.

Y no chillen con sus mantas, por que ya nadie los pela.

La Nueva FEDERACION

Aqui un video de una explicacion de lo que “Supuestamente”

Fuente: El Norte y Grupo Reforma


martes, 2 de marzo de 2010

Zetas

Los Zetas, el ejército de Osiel

Ricardo Ravelo / Proceso / Ciudad de México

Como él ansía todo el poder, un día de julio de 1998 analiza el affaire de su seguridad y concluye que debe crear un grupo de protección tan poderoso y efectivo que ni el propio Ejército pueda abatirlo. Así, inmerso en una atmósfera convulsa, surge el grupo armado Los Zetas, bien llamado el ejército del narco, para nutrir al engendro mafioso que es Osiel.
El momento que vive el país no puede ser más propicio para el surgimiento de Los Zetas. Quizás sin propónselo –o bien como parte de un proyecto maquinado desde el poder, eso tal vez nunca se sepa- el gobierno federal pone la primera piedra para que el cártel del Golfo cree su propio cerco de protección con hombres entrenados en la milicia. (…)
(…) El dique de contención, las estructuras policiacas, estalla, perforado por el dinero sucio. El panorama parece tan complicado como irreversible. Es tan oscuro este México de finales de los noventa que el presidente Ernesto Zedillo toma la decisión de echar mano del Ejército para enfrentar al crimen organizado. Sin embargo, no advierte que su determinación derivará en una pesadilla. (…)
(…) Al darse cuenta de la debilidad del Estado, al ver ante sus ojos un verdadero regalo del gobierno y que lo puede tomar con sólo extender sus manos, Arturo Guzmán Decena -expolicía federal, cómplice del capo-pone en marcha la estrategia que ha maquinado después de una conversación con Osiel. Con ofrecimientos millonarios –y privilegios que un militar jamás podría obtener en el Ejército, donde una élite acapara los beneficios y canonjías– los efectivos del Ejército son convencidos de algo que las propias autoridades tardaron en entender: que el narco paga mejor que el gobierno. Dura realidad, pero esa es la razón por la que muchos soldados desertan para engancharse en la aventura del narcotráfico.
Poco a poco, como hormigas que abandonan el agujero, decenas de soldados empiezan a desaparecer. De un día para otro ya no asisten a sus áreas de trabajo. El pase de lista obligado está plagado de silencios. Nadie responde al llamado del alto mando. La preocupación cunde por doquier. ¿Dónde están?, se preguntan una y otra vez los jefes castrenses. Por varios meses se piensa que fueron secuestrados o asesinados por la mafia. Las respuestas no llegan y la desesperación paraliza a los altos mandos de la Sedena, que deben rendir cuentas sobre el paradero de los soldados.
Con todos los conocimientos adquiridos en el Ejército, Guzmán Decena estructura otra milicia. El nombre de Los Zetas surge porque varios de los primeros militares que se incorporaron al cártel del Golfo estuvieron adscritos, en calidad de policías, a la base Zeta de Miguel Alemán, Tamaulipas. Otra versión establece que el nombre deriva de las claves que los integrantes de este grupo paramilitar utilizan para comunicarse y no ser detectados.
(…)
Así, el capo se convierte en el delincuente más protegido. Antes de que alguien intente tocarle un pelo o decida encararlo, debe derribar primero a esa poderosa muralla humana. A partir de este momento el cártel del Golfo ya no puede seguir considerándose como una organización más, que rueda con sus ejes engrasados alrededor del tráfico de drogas. Los Zetas permiten que el cártel del Golfo se posicione en la geografía mexicana con los instrumentos más cortantes: la violencia y el miedo. Ningún otro cártel dispone de una valla como ésa y nadie le puede competir a Osiel en el campo del narcotráfico.
Nadie sabe si en el origen de Los Zetas el propósito consistió en implicar de lleno al Ejército en el narcotráfico como un proyecto articulado por el Estado, de manera que sólo la Presidencia de la República manejara los hilos del narco. Lo cierto es que el proyecto de Ernesto Zedillo de involucrar a los militares en la lucha antidrogas da pie a ese paramilitarismo asociado con el narcotráfico y con la más tortuosa pesadilla que jamás haya vivido el país, cuya democracia flaquea porque sigue atada a una vieja dictadura: la del narco.
Pero a Osiel no parece importarle tanto el desgajamiento del país. Él quiere seguir perforando las estructuras del poder político para mantenerse impune. El caos es su mejor elemento para vivir. Con el cerco protector en su máximo esplendor puede moverse a sus anchas. Sabe que antes de que una mano criminal lo toque, el muro de protección atacará primero, se anticipará al plan asesino en su defensa. El monstruo criminal crecerá y sembrará terror. Su evolución es tremenda. Este grupo armado que despliega saña es el reflejo de la demencia de Osiel Cárdenas.
Los primeros miembros de Los Zetas no rebasan los 60 hombres de todas las estaturas y rangos militares. Casi todos tienen un rasgo en común: el rostro endurecido, en el semblante las grietas que provoca el castigo y el rigor de la milicia. En otros, brota de sus ojos el rencor, la frustración, y no pocos transpiran venganza, el vapor del odio que los quema por dentro.
(…)
Con el paso de los años, Los Zetas dejan de ser militares puros –algunos de ellos son asesinados, otros son detenidos– pero aún hoy conservan algo de su linaje castrense, que no se perdió ni con el crimen de su fundador, Arturo Guzmán Decena, el Z-1, perpetrado el 21 de noviembre de 2002 cuando departía desarmado en un restaurante de la calle Herrera y Nueve, de Matamoros.



Su lugar no puede ser ocupado por un improvisado. Por eso el trabajo se le encomienda a un militar de igual o mejor perfil que el propio Guzmán Decena. Su posición la toma entonces Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca o Z-3, metal forjado con las más altas temperaturas de la milicia, otro desertor del GAFE que también fue entrenado en diversas disciplinas y que hasta la fecha es inamovible como jefe de Los Zetas.



Durante su evolución Los Zetas llegan a tener cerca de 750 miembros. Con el paso del tiempo refuerzan su estructura con la incrustación de kaibiles, desertores del ejército de Guatemala que se suman al cártel del Golfo para imponer sus más sanguinarias prácticas de muerte: la tortura, la decapitación y el descuartizamiento. Amantes de la guerra, afinan tan bien su estrategia bélica, que logran infundir miedo, un paralizante miedo en todo el país y en particular entre sus rivales, quienes no tienen más opción que responder con la misma saña y con el mismo horror.
(…)
Con la incorporación de kaibiles no sólo se refuerzan los cimientos y las columnas que sostienen a Los Zetas, sino que también cambian las formas de asesinar en México. La ejecución tradicional realizada hasta entonces por un francotirador se vuelve práctica obsoleta. Los sicarios del cártel del Golfo que no son de extracción militar deben ahora decidir su futuro: incorporarse a otro cártel mostrando sus mejores credenciales como asesinos, quedarse desempleados o entrenarse para aprender a matar con mayor saña, como lo exigen las reglas de Los Zetas, quienes imponen el baño de sangre, lo mismo que la decapitación y el despedazamiento de personas. Cuando esta suerte de engendro bélico decide matar, las cabezas humanas ruedan por doquier. Entre algunos miembros de Los Zetas se cuenta que decapitan cuando las personas aún están con vida y –sólo las víctimas saben lo que ocurre en ese último segundo de su existencia–pueden tener conciencia de verse en ese estado.
Cortar cabezas se vuelve una fiebre que se extiende de Baja California a Quintana Roo. No hay una franja del territorio nacional donde no se cuente la historia de un decapitado. Cuando se trata de muertes violentas, como las del narco, los médicos forenses dejan de practicar las tradicionales necropsias para trabajar ahora con mayores dosis de horror: armar cuerpos con los despojos de que disponen. En el peor de los casos entregan a sus deudos cadáveres incompletos, sin extremidades superiores o inferiores; sin lengua si el difunto fue un soplón; sin manos si tomó algo indebido; sin ojos si miró lo que le prohibieron ver; sin pene si rebasó límites por el impulso afiebrado del deseo.

El Lazca, Heriberto Lazcano Lazcano

El Lazca, desde la infantería militar a jefe de Los Zetas, el nuevo Cártel


Staff / Agencia Reforma

Ciudad de México

Tiene debilidad por las mujeres rubias, afición por las carreras de caballos y en el último lustro se ha apasionado por otro deporte: la cacería de gacelas, cebras y animales exóticos en reservas de Coahuila y San Luis Potosí.
Nació en 1974 en Apan, Hidalgo, lugar célebre por sus pulques, y a los 17 años se inscribió en el Ejército, donde pensaba hacer una carrera en el arma de Infantería, pero siete años más tarde un ex militar lo convenció para convertirse en guardaespaldas y promover su baja voluntaria de las Fuerzas Armadas. Fue la decisión más importante de su vida, era 1998.



Hoy, Heriberto Lazcano Lazcano tiene 36 años, le dicen El Verdugo y maneja los hilos de más de 400 delincuentes que en 18 estados de la República han convertido en una industria al secuestro, la extorsión, el homicidio y la venta de droga. Por eso es el número uno de Los Zetas.
Diversas investigaciones ministeriales y fichas de corporaciones de México y Estados Unidos que siguen de cerca a El Lazca, lo refieren como el hombre que logró mantener un liderazgo en la organización, gracias a sus métodos brutales para contrarrestar a los enemigos y al régimen de disciplina interna: a los Zetas infractores los ejecuta o los “apanda” o los deja sin comer.
Aunque se trate de un amigo, Lazcano siempre ha separado a los negocios de sus relaciones personales y eso lo sabe Alfredo Rangel Buendía, El Chicles, uno de sus hombres de mayor confianza, quien un día le pidió dinero prestado para comprar fayuca y no le pagó en el tiempo convenido.
“Lazcano nos ordenó a todos los del Cártel del Golfo que matáramos a El Chicles, por lo que Iván Velásquez Caballero El Talibán, le dijo que se acercara a un punto de la colonia Madero en Nuevo Laredo, por lo que cuando llega El Chicles en un Sentra, lo enganchamos, es decir lo agarramos y lo íbamos a matar.
“Pero El Taliban habló con Lazcano y le dijo que él le iba a recuperar el dinero y que nada más lo castigara, a lo que Lazcano nos ordenó que lo tuviéramos amarrado un mes, ahí teníamos la orden de darle agua una vez al día y de comer una vez al día, para que no estuviera yendo seguido al baño”, declaró el testigo protegido Karen.
Desde la captura de Osiel Cárdenas en 2003, este hidalguense hizo emigrar a Los Zetas de las drogas a otros delitos, estableció nuevas jerarquías en imitación al Ejército, incluyó en sus huestes a kaibiles de Guatemala y decidió desplegar operaciones de asalto espectaculares para rescatar a sus cómplices.

Ingreso

El 27 de marzo de 1998, Lazcano obtuvo su baja del Ejército y con ello renunció a la carrera que había iniciado el 5 de junio de 1991 en la milicia. En siete años, según registros públicos de la Sedena, sólo logró un ascenso y sucedió el 5 de julio de 1993, a Cabo de Infantería.
El personaje que le persuadió a dejar las Fuerzas Armadas era otro militar que había desertado el 27 de septiembre de 1997, medio año antes que Lazcano. Se llamaba Arturo Guzmán Decena y a su vez había sido contratado por Osiel Cárdenas Guillén para que le organizara una especie de guardia pretoriana, pues estaría conformada sólo por ex militares. Guzmán se autodenominaba “Z-1”.
Este es el origen de Los Zetas, que deben su nombre al color azul zeta de los uniformes de los oficiales del Ejército.
El subteniente Alejandro Lucio Morales Betancourt “Z-2” fue subjefe de la agrupación delictiva hasta su captura, el 17 de noviembre de 2001. Al convertirse en el testigo protegido Yeraldine, relató que la primera tarea encomendada a Los Zetas fue la eliminación de los enemigos de Osiel.
Y desde ese momento, Lazcano se hizo distinguir frente a los demás.
Morales recuerda en un testimonio que precisamente en febrero de 1999 Osiel citó a Arturo Guzmán Decena “Z-1” en una casa de Reynosa y le encomendó juntar 20 pistoleros para asesinar a Rolando López Salinas El Rolys.
“Llegaron a una casa en Miguel Alemán ubicada sobre la calle Décima, no logrando dicho objetivo en virtud de que solamente ingresaron Arturo Guzmán y Lazcano, realizando disparos, pero fueron recibidos a balazos por la gente que se encontraba en ese lugar.
“Lazcano disparó a un tanque de gas provocando su explosión y ante esto salimos corriendo de dicho lugar... en esa ocasión hubo muertos en esa casa, pero la Policía Ministerial se encargó de ocultarlos y de que no se supiera nada”, dijo el 15 de febrero de 2002.
Por esas fechas, en marzo de 2002, Decena y Lazcano “cazaron” a cuatro policías municipales de Nuevo Laredo, que notaron que les seguían. Lo peor no fue que los torturaran y les hicieran confesar que trabajaban para la banda rival, la de Dionisio Román García El Chacho, operador de El Chapo Guzmán en esa frontera, sino que los incineraron.